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Cómo lidiar con el miedo escénico

  • Agustín Rosa, experto en oratoria
  • 19 may 2015
  • 2 Min. de lectura

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Abres los ojos poco a poco. Comienzas a percibir el intenso foco de luz delante de ti. La imagen que percibes es borrosa. Las primeras gotas de sudor recorren tu frente. Tu boca se encuentra seca. Tragas saliva y aflojas el nudo de tu corbata. Tu corazón comienza a latir a gran velocidad. Sientes un malestar en el estómago. Tu cuerpo está rígido como una columna. Tus palabras evitan salir y, en consecuencia, tu mente se queda en blanco. Todo ello ha pasado en un período de tiempo de cinco segundos, en cambio para ti ha sido toda una eternidad, gracias al efecto del miedo escénico.

Entonces, recuerdas esas frases que has leído en libros y cursos de oratoria, donde te dicen que el miedo escénico no es para tanto, que todo está en tu mente y que cambiando tu fisiología (postura corporal) y tus representaciones internas (creencias) se consigue superar. Finalmente, te das cuenta de que lo que mejor funciona es prepararte hasta el más mínimo detalle la presentación, enfrentarte al auditorio con una actitud positiva y sin miedo a equivocarte. Consiguiendo así un aprendizaje continuo y mejorando día a día.

Llegada la situación de querer dar un paso más allá y mejorar en tus presentaciones, el siguiente nivel es hablar con entusiasmo y energía ¿pero cómo se consigue esto?

Primero de todo tienes que hablar de un tema que te apasione, sea un producto, proyecto, negocio o materia de conocimiento que vas a presentar delante de un grupo. Difícilmente podrás contagiar entusiasmo si tú mismo no estás apasionado o no crees en ello. En segundo lugar, crear un storytelling, es decir, elaborar una historia para que tu presentación conecte con la audiencia que te va a escuchar. El mejor ejemplo son las presentaciones de Steve Jobs.

A continuación, interactuar con el auditorio, esto te ayudará a crear una unión con el público, conocer sus preocupaciones, resolver sus dudas y compartir tus conocimientos con ellos. Difícilmente podrás estar hablando con entusiasmo y energía durante toda tu presentación si tu público ha desconectado o está durmiendo. Además, recomiendo compaginar con materiales audiovisuales, esto ayudará a conectar con las emociones de tu auditorio, hacer tu explicación mucho más amena y conseguir que el aprendizaje sea mayor.

Cada persona tiene un estilo, una manera de pensar y actuar. Sé tú mismo. Como dijo Marguerite Yourcenar “Hay que escuchar a la cabeza, pero dejar hablar al corazón”. Aplica estos consejos en tus presentaciones o déjalos en el tintero. Está en ti tomar acción.

¡Nos vemos cuando quieras en el apasionante mundo de la oratoria!

 
 
 

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